Hoy, cuando te vi, mi corazón
-que por meses venía ¨regulando¨- se aceleró subitamente, como si las
fibras miocárdicas tuvieran memoria de aquellos momentos en que las
palpitaciones eran cosa de cada semana.
Traté a toda costa de evitar tu mirada, porque sabía que me punzaría el alma misma.
Con todo, pude espiarte por el rabillo del ojo; y lo que llegué a ver era bello, elegante, radiante...