martes, 26 de febrero de 2013

El mandato cultural

La fuerza de un mandato cultural es proporcional al menoscabo del yo que produce en los individuos

Esto no se trata del análisis de la teoría freudiana, nada más alejado de esa intención. Se trata de una idea en borrador que trae sobre el tapete el papel de la sociedad y sus mandatos, en algún caso necesarios, en otros innecesarios y en otros francamente crueles.

(...) Creo que, en rigor de verdad, nadie discutiría que la vida plena es una utopía, y de ahí que la felicidad consista en destellos, nada más (...)

(...) Quizás ocurra que, al nacer, el individuo sea potencialmente feliz, pero la necesidad de pertenecer a la sociedad lo obliga a aceptar sus pautas, los mandatos que la rigen. 
Así es que estos mandatos comienzan a roer el yo de los individuos hasta que estos individuos -a quienes hemos de llamar personas- en el mejor de los casos pasan a ser ¨felices de conformidad a las reglas¨ (Tener una creencia, aceptar los normas de ella, contraer matrimonio, tener hijos, trabajar,  amar una patria, etc...).  

Tan fuerte suele ser el mandato, que el individuo, de notarlo, ni siquiera se atreve a cuestionarlo. Por el contrario él mismo se vuelve un inquisidor al servicio de la sociedad inquisidora, y se vuelve inquisidor de sí mismo. Y así, paulatina e inexorablemente, aquel individuo nacido potencialmente feliz, va entregando pedacitos de su yo hasta quedar reducido a esa nada cuyo colofón es la muerte misma (...).

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